> Por Mónica Wengriwicz
Refugiados sirios que huyen de una muerte segura han sido ubicados en campamentos transitorios en países limítrofes: Jordania, Irak, Líbano y Turquía. Según la agencia de la ONU para los refugiados, el número de refugiados sirios que huye de la violencia en su país ha superado los 2 millones. La situación de los refugiados empeorará al acercarse el invierno, siendo especialmente precaria la situación del millón de niños refugiados, muchos de ellos huérfanos. Representantes de algunos países limítrofes con Siria -Jordania, Líbano, Iraq y Turquía- expresaron en un comunicado conjunto su voluntad de mantener sus fronteras abiertas, pero alertaron que hace tiempo superaron su capacidad de acogida y no saben cuántos más podrán recibir. La fuga de población de Siria sufrió una gran aceleración en el último semestre, con el abandono del país por más de un millón de personas. La cifra iguala el total de los refugiados que emigraron desde que en 2011 se inició el conflicto, que ya deja más de 100 mil muertos según la ONU. En la Guerra de los Seis Días (1967) Israel conquistó el territorio sirio conocido como la Alturas del Golan y, en el año 1981, Israel anexó esos territorios, unilateralmente y sin contar con reconocimiento internacional. Israel también tiene frontera con Siria, pero no sólo no permite la entrada de refugiados sino que movieron tropas para asegurar que no haya filtraciones de refugiados. Sería sólo lógico, y ético, que Israel abra inmediatamente pasos fronterizos con Siria permitiendo a los sirios que huyen de la muerte asentarse en el territorio sirio que desde el 1967 se halla bajo dominio israelí. La paranoia israelí debería ser superada por un simple rasgo de decencia humana. No serían sólo sirios los beneficiados ya que sería para Israel una posibilidad sustancial y estratégica de integrarse en la región y ser parte de ésta, una posibilidad única de tender una mano de paz, paz que va más allá de palabras vacías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario