viernes, 14 de marzo de 2014

"Cree el ladrón...

> Por Martín Costa
Ernestina Herrera de Noble y Jorge R. Videla

Desde hace meses el Grupo Clarín, a través de su principal diario, objeta el modo en que el Partido Encuentro por la Democracia y la Equidad organiza su financiamiento.
En primer lugar es necesario advertir que la democracia sin partidos políticos es sencillamente un imposible. Los Partidos, además de constituir organizaciones políticas en los que se debaten los diferentes proyectos de país, representan las herramientas electorales que permiten la manifestación de la voluntad popular, el voto universal, la elección de autoridades y representantes y el cotidiano encuentro en cada comunidad para resolver los problemas y las necesidades concretas.  
Es perfectamente legítimo criticar el funcionamiento de los Partidos políticos en cualquiera de sus aspectos para mejorar la calidad y capacidad de representación de estas organizaciones. Pero estar en contra de los Partidos es estar en contra de la democracia.
Resulta obvio que cualquier organización de este tipo requiere de un financiamiento. Las reuniones, los plenarios, los congresos, el alquiler de sedes o locales, las capacitaciones, las campañas electorales y muchísimas actividades más, se pueden realizar si existen recursos para hacerlo. Acá en la Argentina y en cualquier democracia del mundo. Es natural que el Estado vele por la existencia de los Partidos por lo dicho anteriormente y porque nuestra Constitución Nacional lo obliga. En este sentido la Ley  26.215 del año 2006 permitió un avance importante en cuanto a la claridad, la transparencia, el acceso a la información pública y la equidad que garantiza a todas las organizaciones partidarias, aún las minoritarias, para el acceso al financiamiento tanto público como privado de acuerdo a lo establecido por la norma.
Desde el Encuentro por la Democracia y la Equidad consideramos que las contribuciones voluntarias son un símbolo de nuestro financiamiento transparente y comprometido con un proyecto colectivo. Más allá de que lo establece claramente nuestra Carta Orgánica aprobada por la Justicia Electoral, sentimos orgullo de asegurar nuestra independencia económica a partir del aporte que cada uno y cada una realiza. Cada peso que ingresa a las cuentas partidarias y su destino, es información pública accesible a cualquier afiliado, adherente o ciudadano/a que desee conocerla. Cabe aclarar que muchos otros partidos funcionan de la misma manera.
¿Cómo explicar la fiereza con que el Grupo Clarín, ataca a nuestro partido, los/ afiliados/as y por supuesto nuestro principal referente Martín Sabbatella?
Es llamativo que hace unos años, cuando Tele Noche (el noticiero del 13) elogiaba la gestión Municipal de Sabbatella en Morón como un faro de transparencia y eficiencia en el conurbano bonaerense, y el diario La Nación lo felicitaba y publicaba como personaje del año por idénticos motivos, alabando además su juventud y espíritu democrático, el modo de financiamiento de nuestra fuerza política era el mismo. No ha cambiado. En mi caso, hace 22 años que contribuyo voluntariamente para el sostenimiento del espacio político en el que creo.
Es curioso también que muchos empinados gerentes y accionistas del Multimedios, se encuentren investigados por la justicia por diversos crímenes como lavado de dinero, apropiación ilícita de la empresa Papel Prensa en el contexto del terrorismo de Estado, competencia desleal frente a los cableros PyMES de todo el país, además de los conocidísimos incumplimientos a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de la Democracia, que finalmente la Corte Suprema permitió corregir.

Una vez más, el saber popular nos da una mano para comprender el funcionamiento y la lógica de los sectores del poder económico. El Grupo Clarín, sencillamente no puede creer que seamos los/as militantes quienes financiamos nuestro Partido. Piensan que hay gato escondido. Que la cosa así no es. Que todos los que hacen política lo hacen para enriquecerse, no como modo de participar para mejorar las cosas en nuestra sociedad. Se quedaron en los 90. Creyendo como “cree el ladrón, que todos son de su condición”.

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